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jueves, 10 de diciembre de 2020

El Mejor De Los Sentidos, La Comedia Con Sentido.

La comedia cuanto más fina, mejor funciona, siempre y cuando hablamos de aquellas que basan la comicidad en el texto. Sin duda esta es mi favorita, y la más difícil de hacer, si dejamos de lado la comedia física, en la que no en pocas ocasiones, la integridad de los actores se ve seriamente en peligro. Para que una buena comedia de texto funcione, además de obviamente el texto, es necesario que los actores hilen muy fino, encajando los chistes sin aspavientos y desde la verdad. Los fuegos de artificio no suelen ser efectivos exceptuando aquellos figurones que tienen sus gags aprendidos y repetidos, que dan a su público lo que quieren ver. Por tanto, para poner en pie una buena comedia, el nivel actoral suele ser muy exigente, dándose la paradoja que como género sea denostado, ya que su función de entretenimiento ligero suele ir acompañado de cierto prejuicio "cultureta" que piensa que ese tipo de teatro no merece estar en el Olimpo teatral. Hacer feliz al respetable, es una de las labores más importantes de nuestros actores, y en estos tiempos, más que nunca, el humor y el escapismo son esenciales para afrontar el duro día a día que tenemos que soportar, así que valoremos a nuestros cómicos en su justa medida, como sanadores del alma, y propiciadores de alegría, que ya otros se encargan de amargarnos la existencia por otros lados, que no vienen a cuento pero que todos conocemos. El pasado sábado me surgió la oportunidad de ver "El mejor de los sentidos" en los Teatros Luchana, y la verdad es que no me lo pensé dos veces, me apetecía mucho pasármelo bien, sin complicaciones, pero a la vez tener una velada de teatro de calidad. No me equivoqué, ya que sin duda me encontré ante una buena comedia, de las que ya no se ven en nuestras carteleras, y que me dejó un delicioso sabor de boca, al finalizar. 

  

"El mejor de los sentidos" de Luis Flor, se rige dentro de los parámetros clásicos del teatro cómico que tira de ironía e inteligencia en los chistes, y que mediante el recurso de tres personajes de psicologías completamente opuestas, intenta resolver el conflicto de los dos personajes principales, cuando un tercero en discordia aparece cual Mary Poppins moderna a ponerlo todo patas arriba. La historia es simple, dos amigos del alma, uno pijo, superficial y vago vaguísimo, y otro actor sordo, de dudoso talento, que se ve obligado a convertirse en monologuista dado que es incapaz de escuchar las réplicas de sus compañero, ven como su forma de ver la vida cambia radicalmente cuando la "coach" de la madre de nuestro querido pijo, les empieza a plantear una serie de cuestiones, que dan lugar a una serie de disparatadas situaciones escénicas, que a su vez sirven de ayuda para reconducir su vida por nuevos derroteros. 

Flor plantea un texto sólido, bien expuesto desde el principio, en el que se marcan perfectamente las líneas de los personajes, muy ricos en su concepción, y muy reconocibles para el espectador. Floren, el actor, cargado de bonhomía e inseguridades. Marc, superficial y egoísta. Y por último Úrsula, un torbellino arrollador, y superviviente nata. Estos tres personajes se complementan a la perfección, encontrándose la figura del payaso tonto en Floren, el listo en Marc, y la que rompe con los roles en Úrsula. 

De humor mordaz e inteligente en su texto, "El mejor de los sentidos" se sirve de un lenguaje coloquial, nunca vulgar, y en la que los alfilerazos verbales se suceden de forma vertiginosa, necesitando el espectador una décimas de segundo para procesar lo que se ha dicho. La historia se encuentra muy bien tramada, en la que una estructura clásica de presentación de personajes, centro desmadrado, y final resolutivo, son las características más representativas, y que funcionan de maravilla en su concepto de comedia ácida a ratos, tierna en la mayor de las veces, y con su mensaje al final, que nos llevamos a casa para rumiarlo tranquilamente. No desvelaré cual es "El mejor de los sentidos", pero si es cierto que esta semana le planteé a varias personas, que ese sin duda era el mejor de todos, y que al final de la función se nos explica en que consiste. 



A nivel actoral, sin duda, nos encontramos con un buen plantel de artistas, que saben muy bien el  material que tienen entre manos, y que aprovechan al máximo las características de cada personaje.

Luis Flor como Marc, cargado de naturalidad, afronta el personaje desde cierto pasotismo muy en consonancia que este cínico vividor, que acusa un ombliguismo marcadísimo, y cierto poso egoísta que definen perfectamente lo que se nos quiso contar con el papel. Curiosamente no nos cae mal, lo entendemos, y no diré que empaticemos con él, pero si que comprendemos todo lo que pasa por su cabeza. Mérito sin duda de nuestro actor, que desde un impoluto trabajo con el texto, y una actitud escénica muy marcada consigue delimitar a Marc con ojo clínico, y sin ninguna duda con un afán crítico, que resulta muy gratificante para el espectador. Impagable en la entrevista de trabajo tan particular que ofrece, uno de los momentos más divertidos de la función.

Felipe Andrés, como Floren, resulta enternecedor, con cierto aire desvalido que hace que nos apetezca llevárnoslo a casa, y que dentro de su ligeramente neurótica personalidad, resulta muy rico en matices, en una interpretación introspectiva y tremendamente sólida. Andrés aborda el papel desde la sensibilidad, alejado de la estridencia y con una comicidad muy efectiva, que nos llega muy directa en su totalidad, resultando brillantísimo en su difícil monólogo inicial, con el que ya ha definido el personaje a la perfección, y una estupenda escena, en la que el haber bebido algo que no debía da como resultado un "problemilla" de aparentemente difícil solución.

Susana Hernáiz, como Úrsula, de rotundísima presencia escénica, en el típico código de "rompe y rasga" tan cercano a las características de comedia. Nuestra actriz lleva a cabo una interpretación cargada de empaque, y muy bien estructurada, sabiendo perfectamente cual es su sitio en cada escena. Úrsula manda en la función, y sin duda Susana Hernáiz lo sabe, haciendo un uso modélico de la voz, y el gesto grande, siempre en su punto justo y sin caer en el exceso, que dado las características del personaje, sería el camino más fácil por el que tirar. Sabe aportar sensibilidad a su papel, que tiene más capas que una cebolla, y que tiene mucho de fachada, y todavía más de mundo interior. Templada y sentadísima, nos encontramos ante una actriz carismática y muy dotada para la comedia, a la que vi disfrutar mucho en su papel, siendo el resultado que los espectadores también disfrutemos con ella. 



El espectáculo viene firmado por Juan Carlos Talavera, y la verdad es que se luce mucho en sus labores de dirección. Partiendo de una propuesta escénica sencilla, sin cambios de escenografía, el jardín del chalé de Marc en el que se desarrolla la acción resulta suficiente para lo que se nos quiere contar, donde lo más importante es la interpretación de los actores, sin más aditivos, ni falta que les hace. Talavera ofrece un espectáculo ágil, en total consonancia con el texto, nunca atropellado, y que se nos pasa en un suspiro. Para lograr mantener el interés el uso del ritmo es primordial, siendo en este caso un completo acierto, subiendo en intensidad a la vez que la comicidad, para volver al sosegado ritmo del principio al final de la función. Nos encontramos ante un espectáculo de estudiado humor, siempre de sonrisa, y con alguna carcajada, que nos hace muy felices en su desarrollo, y a la que Juan Carlos Talavera le tiene el punto muy pillado sabiendo perfectamente donde debe tirar de artillería pesada, y donde rebajar la tensión para reforzar las interpretaciones. Partiendo de unos objetivos marcadísimos, y unos vínculos delimitados a la perfección, la sensación que se tiene al ver el espectáculo es la de un trabajo pulcro, elaborado, y de mimado acabado, siendo el resultado el de una obra de gran solidez en su totalidad, bien presentada y estupendamente interpretada.

"El mejor de los sentidos" es un ejemplo claro de comedia ligera, amable en su fondo, bien ejecutada, y que resulta ideal para pasar una tarde de fin de semana en estos tiempos pandémicos. Por un ratito me olvidé de lo que había en la calle, y me llevé la sonrisa puesta, algo que ya es mucho decir. Nos encontramos ante buen teatro, de humor blanco, con su "pellizco" que diría un andaluz, con unos personajes deliciosos, y que se me antoja un bálsamo para el alma, en el que un mensaje de optimismo, y de superación personal se encuentran muy latentes.



 

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