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lunes, 20 de enero de 2020

A Chorus Line, Todo Un Clásico En Todo Su Esplendor.

Hace un año más o menos, un bombazo teatral saltó a los medios de información.El musical "A chorus line" se representaría en Málaga con Antonio Banderas a la cabeza, en el Teatro Soho de dicha ciudad, Banderas produciría y protagonizaría el espectáculo en las navidades de 2019.

Automaticamente en el mundillo teatral se empezó a hablar de la curiosidad que suscitaría ver a una de nuestras estrellas más internacionales en directo, especialmente en una obra musical, género que Banderas ya había tocado en Broadway, y por supuesto en la celebrada versión cinematográfica de "Evita" dirigida por Alan Parker, así como en la primera ocasión que pudimos disfrutar de las dotes canoras del malagueño, en la versión de José Luis García Sánchez de la opereta de Lleó "La corte de faraón".

Con esto, creo que nos queda más o menos claro, que el género no le es ajeno al astro malagueño, pero... si es cierto que disfrutar de una interpretación suya en un teatro en nuestro país era algo que creo que no se nos pasó por la cabeza a nadie, hasta que el proyecto empezó a sonar cada vez con más fuerza.

No podía dejar pasar la oportunidad de ver a Banderas, especialmente sabiendo que la gira del espectáculo no la va a hacer él, así que con dos meses de antelación, en un arrebato musicalero saqué entradas y billetes de AVE para escaparme un fin de semana a mi querida Málaga. Reconozco que me podía la curiosidad, y además reconozco también cierta debilidad por "A chorus line" dado mi pasado como corista, durante tanto tiempo.

Las entradas se han vendido como pan caliente, de hecho en noviembre ya no quedaba absolutamente nada por vender, añadiendo funciones, siendo la tónica el lleno absoluto, y la máxima expectación ante el inminente estreno del espectáculo.

El pasado sábado por fin llegó el gran día, y con un cosquilleo en el estómago me acerqué al teatro, para disfrutar de una velada, que saliera como saliera, sin duda pasaría a mi historia como espectador... por suerte todo estuvo a la altura como iré desgranando en esta crónica, siendo el resultado una experiencia teatral y musical de alto voltaje e indudable calidad.






"A chorus line" fue Estrenada en el Off Broadway en 1975, pasando al circuito principal casi de forma instantánea, estando en cartel doce años, siendo todo un récord para su época. El musical escrito por James Kirkwood Jr. y Nicholas Dante, la letra por Edward Kleban y la música compuesta por Marvin Hamlisch tiene una gestación interesante. Durante una especie de terapia de grupo realizada a coristas de Broadway, salieron varios testimonios sobre la vida privada de los artistas, siendo ese el germen del musical, la experiencia personal de varios de los artistas anónimos de las grandes musicales, y en los que no se ve al conjunto como nada más que una disciplinada línea del coro que se sabe todo al dedillo, y resulta muy espectacular cuando le dan el necesario empaque al espectáculo.

Basándose en esas vivencias personales, algunas muy duras, se escribió la obra, en la que el proceso de selección de una comedia musical y los posteriores ensayos, sirven para contarnos todo lo que hay detrás de una gran producción, en la que el factor humano, como todo en esta vida, tiene vital importancia.
El musical es considerado un pionero, y muy revolucionario, siendo practicamente un clásico instantáneo, y que todavía sigue siendo referencia e inspiración, para futuros artistas que se ven reflejados de forma casi caligráfica en lo que se desarrolla en escena.
La obra es de una complicación altísima, ya que todas las disciplinas deben ser dominadas a gran nivel, canto, danza e interpretación. Sinceramente, no me imagino un musical más multidisciplinar que "A chorus line".
La obra agridulce, en su final plantea una paradoja inteligente, y muy comentada, después de dos horas buceando en los entresijos de nuestro elenco, se nos presentan como lo que son, comparsa de la obra que están montando, en un número imitado hasta la saciedad, icónico, y reconocible por todo el mundo, incluso al que no le gustan los musicales. En dicho número, nuestros protagonistas se difuminan en la línea del coro para volver al anonimato que les ha tocado en suerte, siendo uno más de una inmensa " A chorus line" sin cara reconocible y de movimiento uniforme.


Vayamos con el elenco, amplio, y acertadísimo en líneas generales, y de un gran nivel en todas las disciplinas tal y como el musical requiere.

Todos los componentes de la función tienen su momento de lucimiento, aunque no todos los personajes tienen la misma extensión, por tanto intentaré abreviar dado lo extenso del reparto.

Fran del Pino como Don, destaca más en las facetas de bailarín y actor que en la de cantante, aunque cumple sin problemas en un papel no muy desarrollado en la trama. Así como Angie Alcázar como Bebe, de buena presencia escénica y muy bien empastada en su número musical, de voz bonita y bien timbrada. Entre las pequeñas partes también nos encontramos a un estupendo Daniel Délyon como Richie, estupendo de voz, y muy energético en las coreografías, resultando un torbellino en sus intervenciones. Muy a destacar el magnífico Mark de Roberto Facchin, que desprende ternura a raudales, y que posee una maravillosa técnica de bailarín de hechuras clásicas que he de reconocer que me cautivó. Ivo Pareja Obregón como Greg, quizás un poco extremado, pero también correcto en un papel que nos chirría un poco, y que como más tarde comentaré, quizás se ha quedado algo desfasado dentro de la historia, ya que creo que "A chorus line" merece una revisión más acorde con los tiempos actuales. Mención especial para la Connie de Cassandra Hlong, divertidísima en los bocadillos, y de impagable presencia escénica.

Pablo Puyol y Diana Girbau, muy compenetrados, en el único matrimonio que nos encontramos en nuestro peculiar casting, llevan a cabo un difícil número con un interesante juego escénico que no desvelaré, y que resulta delicioso. Encontré a Puyol en un momento vocal dulce, donde su voz, mas atenorada que nunca suena potente, y con una notable mejoría en cuanto a la colocación con respecto a otras ocasiones. Puyol las da todas en lo musical, en un papel difícil y de aguda tesitura, sonando como un cañón, y de forma muy efectiva. Girbau no canta, ya que su papel tiene el hándicap de no "saber cantar", algo que no resta ni un ápice de calidad a su trabajo, cargado de gracejo y naturalidad.

Kristina Alonso como Sheyla, me pareció muy templada y cargada de empaque, tal y como el personaje requiere, sacando el máximo jugo a toda las frases lapidarias que aporta el papel, y cargada de matices cuando se deja ver en su intimidad. Dotada de un buen desplante escénico, y muy en consonancia con el aire de "rompe y rasga" que se le presupone a Sheyla.

Graciela Monterde como Val, impagable en todas sus intervenciones, cargada de frescachonería, en una interpretación que se me antojó arriesgada, y muy de verdad. Su papel no es nada fácil, y lo pelea hasta las últimas consecuencias, con gran sentido de la comicidad, y con un control de los tiempos escénicos muy a tener en cuenta, me pareció solidísima en sus intervenciones, y muy adecuada para el papel. 

Anna Coll, como Diana, quizás la más floja del elenco, un tanto impostada en lo actoral, y con una interpretación musical que no acabó de convencerme con algunos problemas de afinación. Es cierto que Diana Morales es uno de esos papeles en los que es inevitable la comparación dado lo icónico de "Nothing", tema en el que me faltó fuerza e intención, y sobre todo, el saber plegar velas en la última estrofa, después de todo lo que dice a mitad del tema, no redondeando la canción de forma satisfactoria. "Nothing" muerde, varios estados de ánimo deben pasar por la artista cuando lo interpreta y Coll se queda ciertamente plana. El tema de la impostación, en un elenco como el de la función, en el que la verdad está tan patente en la mayoría de las interpretaciones, se ve más acusado en el caso de Coll, que parece encontrarse en un código diferente al de sus compañeros.


Fran Moreno, como Paul, uno de los triunfadores de la noche. Paul es quizás el papel más comprometido dramaticamente del espectáculo, con un célebre monólogo de difícil ejecución, que se ve perfectamente interpretado por nuestro actor, en un tono sobrio, introspectivo, y profundamente emotivo. Moreno controla a la perfección el crescendo dramático de su escena llegando a conmoverme profundamente. Todo lo que dice, y lo que siente es de verdad, saliendo desde dentro, sin aspavientos ni estridencias, simplemente los sentimientos van aflorando de forma natural hasta desbordarse de manera sencilla, dura, y tremendamente emotiva. Me gusta mucho Fran Moreno, nunca falla en sus trabajos, y ya son unos cuantos musicales en los que lo he visto, estando siempre a la altura en todas las disciplinas. 

Sarah Schielke, como Cassie, muy sólida en la disciplina de danza, con un estupendo solo que me supo a gloria, y contenida y muy implicada en lo actoral, sobria y convincente dando perfectamente el perfil del personaje. Vocalmente cumple sin problemas, con una voz grande y potente, brillando mucho en su compreometidísimo número. Las escenas con Banderas funcionan a la perfección, siendo la química con su compañero muy notable. Tiene un momento especialmente bueno durante el ensayo de "One" en el que no puede evitar destacar dentro de la línea del coro, dado su pasado de primera actriz de Broadway, en esa tensa escena en la que Zach (Banderas) la va corrigiendo, se ecuentra magnífica y cargada, una vez más como es la tónica de la función, de verdad. 

Antonio Banderas, como Zach, resulta por motivos obvios uno de los atractivos del espectáculo, pero hay que decir que visto su trabajo, si algo nos queda claro, es que su estatus de estrella, lo es por derecho propio, y lo que es más difícil sin ejercer de ello sobre el escenario. Banderas perfectamente integrado en el elenco, funciona como uno más, nunca por encima del resto y sin atisbo de divismo por ningún lado. Simplemente ofrece todo lo que tiene, se entrega de una forma brutal, y surge la magia, en una interpretación muy carismática, de rotundísima presencia escénica, y con muchas aristas en su psicología. Nos ofrece un trabajo muy interesante, de dualidad, en el que la dureza de Zach,no empaña una sensibilidad muy acuciada, que se puede vislumbrar en múltiples momentos. Reconozco que me cuesta diferenciar si el hecho de que se nos vayan los ojos a Banderas durante toda la representación forma parte de su halo de estrella, o de su marcada personalidad en el escenario. De físico poderoso, impoluto en el tono, y muy bien integrado en el lenguaje teatral, que no es fácil en los actores de cine, si algo puede remarcarse de su interpretación es la intensidad. Durante toda la función está haciendo guiños a sus compañeros, dentro del personaje obviamente, apoyándose en ellos para realizar su trabajo, y siempre dejándonos ver que no está por encima, sino que es uno más, reconozco que me impresionó mucho es humildad, he visto a unos cuantos divos y divas, y hacían lo suyo para su público, en este caso Banderas, no solo hace lo suyo, sino que enriquece muchísimo el espectáculo, en un papel de poca presencia escénica, pero que sin que nos demos cuenta lleva el pulso del espectáculo de principio a fin. Es destacable lo bien que se defiende en las difíciles coreografías sudando la camiseta a base de bien, y con un desplante escénico realmente espectacular. Ver a Banderas en directo es un lujo, para que engañarse, y en esto, el que suscribe si que debe decir que se sintió un tanto apabullado por lo que estaba viendo, no es posible ser del todo imparcial, y la noche para un servidor fue emocionante en grado sumo, siendo Antonio Banderas uno de los principales culpables de ello.

Mención especial para el espléndido Larry de Alberto Escobar, asistente de Zach, y repetidor. Tremendamente creíble en el papel, y con un elevadísimo nivel como bailarín.



La orquesta de 22 músicos, si señores 22, fue dirigida por Arturo Díez Boscovich, avezado en esto de los musicales, llevando el sonido a la estratosfera. Díez Boscovich realiza un trabajo impecable, donde los matices fueron la tónica, así como la espectacularidad en el sonido. Es muy destacable el enorme trabajo de concertación llevado a cabo en un musical de grandes dificultades musicales, y que no se nos olvide, está interpretado en su mayoría por bailarines, más que cantantes. Todo encaja a la perfección entre el foso y la escena, en una obra en la que dicha comunión es absolutamente imprescindible para el buen funcionamiento de la misma. Boscovich muy pendiente de los artistas acompaña a la perfección las coreografías, y sigue a los intérpretes de forma modélica y muy fluida, siendo el resultado musical de gran altura y enormemente teatral.



Vayamos con la propuesta escénica.
La función es un calco del original de 1975, y en esto si que debo decir que la obra necesita un lavado de cara. Si bien es cierto, nos encontramos ante un musical de gran nivel tanto en su partitura como en el texto, quizás una revisión más estética que de fondo no le vendría mal. Algunos arreglos en la partitura para contextualizarla un poco más dentro de los tiempos actuales, y un pulido en algunos personajes, harían que la función fuera más cercana al público de 2020, que en muchas cosas se encuentra lejos de los que disfrutaron de la obra hace ya 45 años.
Dicho esto, quiero comentar, que la ortodoxia más pura, bien entendida, y dentro del elevado nivel del espectáculo es una propuesta válida y perfectamente legítima, tan solo que quizás actualizando un poco algunas cosas, el musical ganaría unos cuantos enteros, tal y como se ha hecho con la mayoría de los clásicos en sus reposiciones. 
La función viene firmada por Baayork Lee, siendo codirigida por ella misma y Antonio Banderas. Lee que formaba parte del elenco original, obviamente se conoce la función al dedillo, siendo el resultado el de un espectáculo redondo, milimetrado, y perfectamente encajado. Nos encontramos ante una función de engranaje más que engrasado, donde las transiciones se me antojan perfectas y todo funciona como el mecanismo de un reloj. 
Practicamente durante toda la función el elenco se encuentra en escena, y sabe en todo momento aquello que debe hacer, la actitud necesaria, y lo que es más importante, sin salirse de sus respectivos personajes. Esa disciplina se ve que es fruto de una mano de hierro que está detrás de todos ellos, y que sabe perfectamente lo que quiere de cada uno. Hay un gran tratamiento del texto, así como de los personajes, y cada escena se encuentra muy trabajada, también es cierto que hace dos meses que estrenaron y la obra está ya muy rodada, algo que sin ninguna duda se agradece.
Nos encontramos ante un espectáculo sobrio, casi podríamos hablar de Grotowsky en su concepción, ya que a excepción del explosivo y emblemático final, la ausencia de elementos escénicos es la tónica, tan solo un espejo y los artistas, no hay nada más, sirven como sustento de "A chorus line". Con eso se llena de largo el escenario, con unas marcadas acciones y dinámica propuesta, en la que precisamente esa parquedad de medios es el catalizador para que las interpretaciones brillen con toda su intensidad. Las luces indispensables en un espectáculo de estas características cumplen a la perfección en su cometido de dotar de las diferentes atmósferas a cada escena, y a los múltiples planos escénicos, que son otra de las bazas del espectáculo. Las coreografías originales de Michael Bennett resultan espectaculares, y siguen manteniendo la misma fuerza del original, algo que sin duda con otro elenco de menor nivel no sería así, ya que la complejidad de las mismas es elevadísima. Todo el espectáculo desprende vida, y nos encontramos ante una función en la que se respira el amor por Broadway y las artes escénicas en general, de forma entusiasta, y para que negarlo muy emotiva. Me emocioné varias veces durante la función, algo que creo que es muy significativo, ya que uno va teniendo callo como espectador y cada vez encuentra más difícil tropezarse con aquello que hace que el teatro sea esa experiencia tan intensa y tan mágica que lo hace tan especial. 




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