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martes, 4 de octubre de 2016

Víctimas, La Visita De La Vieja Muerte

Hay que ver teatro alternativo, no queda otra. En estos duros tiempos para nuestros actores, las salas pequeñas son la única opción que le queda a los profesionales para salir adelante ante la escasez de trabajo. Las salas alternativas suplen medios con vocación férrea, amor al teatro y una encomiable labor de investigación rotundamente necesaria para el avance del lenguaje teatral. Cuando voy a ver una obra alternativa busco que me sorprenda, descubrir nuevos actores, y un profundo estudio de lo que se está llevando a cabo. El germen del teatro mas puntero casi siempre viene de lo alternativo y de la investigación, por tanto bienvenido sea el auge de las salas pequeñas, y esperemos que los distintos circuitos teatrales madrileños se sigan asentando, y sobre todo dignificando las condiciones de trabajo del circuito "off" de los artistas que hoy en día practicamente trabajan por amor al arte, así que ya sabéis, a ver todo tipo de teatro, siempre y cuando os llame la atención, y a quitarse los prejuicios de encima. Es necesario y gratificante.
Me surgió la oportunidad de asistir a Víctimas en la Sala La Usina, y la verdad es que viniendo del mismo equipo que la temporada pasada sirvió la magnífica La Ira De Polifemo ya comentada en este blog, ni me lo pensé dos veces a la hora de verla.



Víctimas de Francisco J. De Los Ríos, es un inteligente texto donde se encuentran varias cosas que se deben mencionar. En esta obra se nos cuenta una historia terrible, que no desvelaré, remozada de una intriga muy bien dosificada y un lirismo muy atinado que en ciertos momentos nos asombra por su belleza y la fuerza de sus figuras literarias. Partiendo de la base de dos personajes esperando a que la muerte venga a visitarles, nos encontramos con un texto de inspiraciones clásicas en sus recursos, con ecos de tragedia griega y por supuesto la figura de la muerte como un personaje mas (aunque no se vea en escena) recurso casi tan antiguo como el propio teatro, y que tantos y jugosos ejemplos nos ha dado y nos da.
De Los Ríos con gran dominio de los tiempos literarios y un duro conflicto argumental, consigue desconcertar en un principio, entretener, y finalmente sorprender al respetable. Esto es posible gracias al impacto de lo que nos cuenta, y el sutil humor negro, negrísimo, que esta historia destila y que nos deja secos en nuestra butaca en algún momento. Con  un aire muy Nieva, aunque mucho mas oscuro que este autor, clarísima vocación de independencia y ciertamente buscando el revulsivo de forma bien entendida, nos encontramos ante una función mas que interesante, y que no defrauda al espectador ávido de emociones fuertes, dando especial importancia a la palabra emociones, ya que de eso va el tema, emociones, instintos primarios y la eterna dicotomía víctima-verdugo tan interesante y que tanto fascina al ser humano.



La obra está interpretada por Jennifer Baldoria y Germán García, que dan vida a dos hermanos.
Ambos se complementan muy bien dada la marcada diferencia de los dos personajes y que dan un equilibrio perfecto a la función.



Germán García menos emotivo que Baldoria dado el duro carácter de su papel, consigue una interesante composición basada en un tono de salmodia muy interesante y su forma doctrinaria de hablar que plantea ideas repetidas por imposición pero sin reflexión. Desde ese prisma su personaje funciona perfectamente, pero no acaba de estar del todo redondeado ya que llegar a la emoción no está conseguido del todo y el recorrido resulta un tanto brusco faltándome una progresión que haría mas creíble los, por otra parte, difíciles e impredecibles cambios de estado emocional de su personaje. García está correcto no cabe ninguna duda y va de menos a mas a medida que avanza la función, y a pesar del detalle que mas arriba narro resulta convincente en el vínculo con su partenaire, así como en sus objetivos.

Jennifer Baldoria consigue una creación asombrosas que nos impacta desde que sale a escena. Concentradísima y muy implicada emocionalmente, posee un rico mundo interior que se ve perfectamente reflejado en su personaje, que sin ninguna duda, vive mas de dentro a afuera que de afuera hacia adentro. Las cotas de intensidad que Baldoria nos transmite son muy elevadas en algunos momentos, y el particular uso de la voz que realiza es muy sugestivo. Partimos de una interpretación sin fisuras que asombra por su solidez, y por su grado de verdad, que dado el complicado carácter que le ha tocado en el reparto de papeles no es ninguna broma. Su personaje revive el pasado de forma muy sensorial y así nos llega a nosotros, se aferra a sus tesoros y a sus recuerdos, para rumiarlos a gusto y después regurgitarlos en el momento preciso, e ir desvelando los secretos que Víctimas tiene y que tan bien dosifica. Estamos ante un trabajo de altura en el que el grado de comunión actriz-personaje es tan grande que realmente a veces asusta, y que sin duda es muy a tener en cuenta.



La propuesta escénica viene firmada por el autor del texto Francisco J. De Los Ríos. De índole sencilla, ya que prima el trabajo actoral, pero de conseguidas y enrarecidas atmósferas especialmente en la primera parte del espectáculo, donde una extraña y desasosegante proyección nos parece introducir en un lúgubre túnel que define muy bien la situación por la que están pasando nuestros protagonistas. De Los Ríos justifica perfectamente todo lo que ocurre en escena con unas acciones muy bien planificadas y que apoyan a la perfección el trabajo de los actores, y consigue que lo que en un principio es premeditadamente incomprensible se vaya ajustando a la perfección y nos vaya desgranando todos los secretos que Víctimas tiene escondidos, que son unos cuantos. Todo está perfectamente estudiado y el cuidadoso tratamiento de los tiempos es muy notable produciéndose un efectivo crescendo que de vez en cuando nos da un respiro concluyendo de forma muy brillante, para finalmente quedarnos helados ante lo que transcurre en escena. La ausencia de música sustituyéndose ésta por unos golpes continuos, inclementes y que producen gran sensación de intranquilidad, fomentan  todavía mas el enrarecido ambiente que rodea a este cuento cruel que es Víctimas. Un diez para Francisco J. De Los Ríos, que da el punto justo de sazón que su texto necesita para que no decaiga y nos transmita exactamente todo aquello que pretende.



En definitiva una propuesta mas que recomendable, no apta para todos los estómagos dada su poca complacencia y la dureza de lo que plantea, pero que no defrauda en absoluto y que nos deja un estupendo regusto a teatro muy bien hecho, muy bien pensado y mimado hasta la extenuación. Víctimas no es precisamente un paseo por el campo en un día de primavera, no nos llamemos a engaño, pero a veces uno se lo pasa muy bien pasándolo mal, y sin duda esta historia para no dormir que nos cuenta Víctimas, está escrita para que pensemos y que lo pasemos un poco mal, por tanto su cometido está mas que cumplido.


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