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jueves, 4 de marzo de 2021

Amores En Zarza, El Sueño De Una Noche De Zarzuela.

 


Es difícil acercar nuestro género lírico a los jóvenes, y a la vez es imprescindible para crear nuevas generaciones de espectadores que sustenten y nutran a nuestra zarzuela de todo aquello que asegurará su perdurabilidad. El, no exento de polémica, Proyecto Zarza que todos los años se lleva a cabo en el Teatro de La Zarzuela no deja de ser encomiable, y se me antoja necesario, aunque hasta ahora en líneas generales siempre me ha parecido fallido por el hecho, más que discutible, de evitar voces puramente líricas en sus proyectos educativos. Me explico, una de las señas de identidad de nuestra zarzuela es el estilo, y si realmente se quiere acercar el género a los jóvenes debe ser, al menos en lo musical tal y como se concibió. Las verdades absolutas no existen, y por tanto esto que planteo también es relativo, dependiendo de algo muy importante, el repertorio. No es lo mismo enfocar una "Leyenda del beso" en clave musicalera, que una selección de cantables en su mayor parte compuestos para una figura tan cercana a la zarzuela como es la del actor-cantante. Partiendo de la base que no considero que las voces líricas sean impedimento para que las nuevas generaciones disfruten de la zarzuela, puedo comprar el cambio de estilo dependiendo de lo que se cante. Esto viene a colación porque he visto varias producciones del Proyecto Zarza de desigual fortuna y siempre con un problema grave en cuanto al enfoque musical, pero que el pasado viernes en el estreno de "Amores en Zarza" me hizo cambiar la perspectiva, al menos en este espectáculo, ya que el cambio de registro musical no resultó en absoluto un problema, viéndose en algunos casos enriquecido el material original, siendo el espectáculo una agradabilísima sorpresa, que sin duda pasará a la historia como uno de los mayores aciertos del Proyecto Zarza. 

Alejado de cualquier prejuicio, como es habitual en mí, me acerqué a Jovellanos 4 dispuesto a disfrutar, y sin duda lo hice como iré desgranando en esta crítica.



"Amores en Zarza", producción nueva del Teatro de La Zarzuela, y con música de Chueca, Valverde, Serrano, Sorozábal, Chapí y Giménez, cuenta con texto de Nando López y se puede considerar un "sainete", muy entre comillas, de género chico, con cierto regusto, nada velado, a "El sueño de una noche verano" de William Shakespeare. 

El texto de López, nos cuenta una noche de un 15 de agosto, en la que un grupo de adolescentes se dispone a tomar un cercanías en un parque de la periferia de Madrid con intención de ir a la Verbena de La Paloma, pero que dados los avatares, netamente amorosos del ecléctico grupo que se nos presenta no llegan al último tren para llegar a La Latina a disfrutar de las fiestas más castizas del verano madrileño. El asunto, ligero, sirve como fresco costumbrista de la realidad de los jóvenes de la España del S.XXI, y que sin duda es pura zarzuela en su concepción literaria. Fiel reflejo de nuestra sociedad, personajes muy identificables para el respetable con los que sin duda se ve reflejado en el escenario, su toque de crítica social y política, humor, y por supuesto amor, siempre presente en nuestra zarzuela desde sus inicios. Con este pretexto escénico, bien tramado hay que decirlo, se va desgranando y buen puñado de números muy reconocibles por el aficionado, e idóneos para el neófito, ya que la música elegida es igual de ligera que el argumento de la obra. Los cantables se encuentran bien integrados en la historia, y dotan de burbujeante alegría a un texto de pretensiones festivas y reivindicativas a partes iguales, apoyando perfectamente la historia que se nos está contando. 

El resultado es fresco, y a todas luces un ejemplo palmario de que se puede hacer género en la actualidad, manteniendo sus códigos intactos con soltura y elegancia, como se dice en cierto Fox-Trot de Soutullo y Vert  que se podía haber incluido en la función sin el menor problema. 

Al tratarse de un texto de nueva creación no nos encontramos con los problemas habituales de las adaptaciones, no siempre afortunadas, así que por esta parte no encuentro nada que objetar. Nando López muestra una obra sencilla, ágil y con más trasfondo del que pueda parecer en un principio, y al mismo tiempo deja claro que sabe lo que hace, de forma respetuosa, cargada de gracejo, y sin afán aleccionador, algo que es muy de agradecer. Sin aparente esfuerzo se nos cuenta la realidad de nuestro país, quedo quedito, pero de forma implacable e impecable.



 

Vayamos con el elenco, extensísimo, y afortunado en líneas generales. 

Lo primero que hay que decir es que el nivel musical de la función es alto, encontrándonos voces, en algunos casos ligeras, y en otros de técnica mixta, que en la mayoría de los casos se ajustan muy bien a cada cantable. 

Lo mejorcito de la noche lo sirvió Guillermo Pareja, en el "Alirón" de Don Manolito, con buena voz baritonal, bien proyectada, muy timbrada y de correcto volumen. Menos afortunada estuvo Soraya Estévez en la Canción de La Gitana de "La alegría del batallón", ciertos fallos de afinación fueron el mayor problema, así como una exagerada entonación flamenca que no le hizo mucha justicia a la pieza de José Serrano. Bien servida estuvo la Mazurca de los paraguas de "El año pasado por agua", por parte de Adrián Salzedo y Lola Segura. Ambos perfectos en sus respectivos roles vocales de hermosas voces y gran musicalidad en su trabajo. David Pérez y Cristina García solventaron sin problemas la Farruca de "La del Manojo de Rosas", cargados de gracejo y seguridad. Interesante sin duda la relectura de la Habanera de "La boda de Luis Alonso", por parte de Nayim Temine en clave LGTBIQ+, de peculiar timbre e impecable lectura musical. José Pastor y Adrián Salzedo se atrevieron con el Dúo barítono-tenor de "La del Manojo de Rosas", bien templados y ajustadísimos con la orquesta. Y Ferrán Fabá y María Gago ofrecieron una buena creación del "Yo soy español" de "La patria chica". 

Al tratarse de una obra netamente coral, el mismo elenco sirvió los conjuntos, siendo acertadísimos en su totalidad, de cuidadísima lectura, exquisito gusto en su ejecución y matizadísimos de principio a fin. Destaca sin ninguna duda el que parece ser el número más importante de la función, el Dueto cómico de "Don Manolito", el cantable con mayores ecos de comedia musical del espectáculo, y sin duda el que se ve más favorecido dadas las características vocales de los cantantes. Hicieron de pareja en dicho número Sylvia Parejo y Pascual Laborda de forma deliciosa e indudable calidad musical.



 

Miquel Ortega corrió a cargo de la dirección musical de una estupenda orquesta de cámara compuesta por ocho músicos, jovencísimos como todo el elenco del espectáculo.

Ortega gran conocedor del género acierta a todas luces con el aire dado a cada cantable, en una lectura apasionada y muy refrescante de cada número, en la que primaron unas acertadísimas dinámicas, así como un cuidado exquisito de los cantantes, a los que controla a la perfección con mano de hierro desde el inicio del espectáculo. Es destacable el uso de los diferentes recursos vocales de cada cantante, que Ortega siempre puso a disposición de la partitura, sabiendo sacar lo mejor de cada artista en cada número, pareciendo que se ajustan como un guante a cada vocalidad. Miquel Ortega sirvió una chispeante función, de fresco acabado e indudable regusto teatral, sin sacrificar en ningún momento el aire de cada pieza, siendo perfectamente claro que lo que se estaba escuchando era zarzuela, ni más ni menos, ni menos ni más. Pulcro en el gesto, elegante en el acabado y de refinada lectura, sin duda la dirección de Ortega es uno de los mayores valores del espectáculo, que se ve enriquecido hasta lo estratosférico en su acabado gracias a una orquesta que no solo se limita a acompañar a los cantantes, si no que se funde a la perfección dentro de la función. Mención especial al Fandango de "Los burladores", que hizo las funciones de intermedio musical, y que fue llevado a cabo de forma realmente espectacular, y bello acabado.



 

Vayamos con la propuesta escénica. 

Rita Cosentino al frente del espectáculo acierta de forma muy notoria, en un espectáculo de gran coherencia, pulcrísimo en su acabado y en el que nada nos chirría. Partiendo de unas composiciones actorales netamente naturalistas, Cosentino dota de mucha verdad a los textos hablados sin que ningún actor se encuentre en un código chocante o pasado de vueltas. No nos encontramos ante una función zarzuelera en sus interpretaciones, si no ante un ejercicio teatral esmerado, cargado de sentido, y de cristalina exposición. Parece que el trabajo es sencillo, pero ciertamente se vislumbra la enormidad que hay detrás, ya que todo está perfectamente plasmado, vínculos y objetivos, acciones escénicas así como un ritmo, nunca frenético, pero siempre ligero que hace que la función se nos pase volando. Nada de lo que ocurre en escena es gratuito, todo está perfectamente medido, llevándonos nuestra regista de una situación escénica a otra de forma suave y con perfecta transición. 

Más allá de cualquier disquisición técnica, hay que decir que "Amores en Zarza" es un espectáculo enormemente vivo, de mensaje esperanzador, inclusivo y profundamente optimista, algo que en estos tiempos se me antoja crucial. En "Amores en Zarza" se nos cuentan cosas muy serias de forma ligera, pero en la que ciertos valores como el respeto, la libertad y la tolerancia se encuentran muy latentes desde el inicio de la función. Para la posteridad la re-lectura del  "Yo soy español", con letra cambiada que me emocionó profundamente, con un mensaje clarísimo, y bien plasmado en lo escénico, que es el que en este país cabemos todos, seamos como seamos, y pensemos como pensemos, ojalá nuestros jóvenes se críen en esos valores, que sin duda supieron agradecer al final del número, con una sonora ovación. 

Es menester hablar del enorme trabajo de Nuria Castejón en las coreografías, puntal del espectáculo, un prodigio de imaginación en cada cantable, y que nos explican a la perfección cada número. Inspiradísimo y arrevistado el Dueto de "Don Manolito", Farruca del Manojo de hechuras clásicas, e impagable "abaniqueo" en "La boda de Luis Alonso", que hizo las delicias del respetable.

Mención especial a la escenografía de Elisa Sanz, un auténtico prodigio de realismo, perfectamente apoyada en las magníficas luces, como es habitual en él, de Juanjo Llorens.



 

En resumen, "Amores en Zarza" es una apuesta de calidad, que sirve perfectamente como acercamiento del género a nuestros jóvenes, que disfrutaron enormemente de nuestro género lírico, y que me atrevo a aventurar que más de uno salió tarareando alguno de los cantables como hicieron nuestros abuelos en los tiempos de esplendor de la zarzuela. Reconozco que me llegó el espectáculo, y que me emocionó por momentos, tanto por el mimo con el que está tratado el género, así como por lo valores que se extraen del mismo. El pasado viernes si alguien brilló en Jovellanos 4 sin duda fue la zarzuela, vivita y coleando, por mucho que algunos la den por enterrada. Esperemos que no sea un caso aislado, y que producciones de este tipo sean posibles para ver si se consigue una cantera de nuevos espectadores. Es de vital importancia que así sea.