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lunes, 30 de abril de 2018

Amor Fati, O Cómo Llegué a Operarme de Glaucoma, Memorias De Una Directora De Teatro.

Casualmente me encuentro leyendo las memorias de un reconocido periodista, y lo primero que dice, es que no hay hecho mas presuntuoso que suponer que la vida de uno pueda interesar a alguien, algo con lo que estoy de acuerdo a medias, es decir, cuando la persona que plasma sus recuerdos ha tenido una vida interesante, o en la que ha aportado algo a la humanidad, como ejercicio de aprendizaje para el lector si que puede tener su validez, aunque también creo que nadie aprende de las experiencias ajenas o al menos en la misma medida que con las propias. Esto viene a colación de "Amor fati" que se está representando en estos momentos en Nave 73, que no deja de ser una historia autobiográfica sobre su propia autora y a la vez directora, Yaiza Ramos. Ante esta premisa, varias cosas son a tener en cuenta, no es sencillo plasmar la vida de uno en escena o en papel, sin que ciertas dosis de pudor nos invada o que el peligro de la idealización de la realidad nos lleve por unos vericuetos no deseados o inverosímiles, algo habitual en los textos autobiográficos, generalmente (no siempre) indulgentes con el protagonista de la historia o en el que se nos cuenta lo que se nos quiere contar como se nos quiere contar, es decir no necesariamente cercano a la verdad sino a la verdad del autor. Cuando me plateé asistir a esta función esa fue una de las primeras dudas que me asaltaron, pero reconozco que el hecho de que Ramos hubiese sufrido glaucoma, enfermedad poco conocida por mi, y que se nos fuese a contar eso, me resultó lo suficientemente atractivo como para ver que nos tenía que contar nuestra autora sobre su experiencia personal y vital ante dicha enfermedad, así que sin saber muy bien lo que iba a ver, y consciente de que el espectáculo está teniendo bastante éxito me acerqué ayer al teatro con ánimo curioso y esperando sorprenderme ante lo que parecía una apuesta arriesgada, y con mimbres alternativos, la experiencia resultó contradictoria como iré contando, pero sin duda alguna interesante.

                             

"Amor fati, o como llegué a operarme de glaucoma" es una pieza corta de Yaiza Ramos,  como mas arriba cuento, de tintes autobiográficos, en el que se nos narra la vida de nuestra autora, con un sentido del humor negrísimo, descarnado por momentos, en el que se mezcla de forma inteligente lo mas mas mundano con lo mas profundo, en un texto abundante en silogismos, reflexiones sorprendentemente enjundiosas, y un lenguaje muy bien utilizado, del que se pueden extraer muchas cosas, desde la psicología de nuestra autora, que se muestra muy patente, hasta las elucubraciones que uno mismo puede hacer sobre su propia vida, en el que una sólida estructura nos va desgranando hechos importantes de la vida de Yaiza Ramos y de sus progenitores. Hasta ahí todo perfecto, pero... hay varios problemas, el texto es ligeramente tramposo, y la cuestión del glaucoma se va diluyendo a lo largo de la trama , aunque si bien es la excusa del texto, no es el tema que trata, derivando en una oda a la vida de nuestra autora, de tintes excesivamente personalistas, y que por momentos decae en cuanto a interés dado la ampulosidad con la que son tratados algunos temas, bastante triviales para el espectador medio, relatados de forma excesivamente "épica" en su tratamiento. Recordé el inicio de "David Copperfield" y su famoso "De mi nacimiento" en no pocos momentos, con una salvedad, la vida de Copperfield no es la de Ramos, por tanto entiendo que en vez de centrarnos en los tintes mas personales y en este caso de menos interés, sería mas adecuado el centrarse en aquello que hace interesante su vida, es decir, el glaucoma y como se operó de dicha enfermedad, pero que no parece ser lo que mas le interesa contarnos a Yaiza Ramos en su texto, y si aquellos acontecimientos que rodearon su venida al mundo, así como aquellos que marcaron su vida. A ratos la confusión embarra un poco el mensaje, algo que como luego explicaré, no sé si es debido a la dirección escénica o al texto en si, y a ratos la genialidad asoma en ciertas escenas cercanas al surrealismo que son de lo mejor de la función, y que consigue atraparnos en su extrañeza tanto literaria como dramática. La obra también sirve como fresco de algunos sucesos relevantes de la historia de nuestro país como puede ser la muerte de Salvador Puig Antich, y algunos elementos de la cultura popular de La Transición, Camilo Sesto incluido.


                           

La obra se sustenta con cuatro magníficos actores, que realizan su trabajo con gran solvencia, dotando a la función de un alto voltaje interpretativo, aunque por momentos parecen estar un poco perdidos en la concepción de sus personajes, algo que no es culpa de ellos como luego contaré. Nos encontramos ante un texto netamente coral, en el que todos tienen su momento de lucimiento, llevando a cabo algunos actores varios personajes, de los que sacan oro puro, en líneas generales exprimiendo al máximo el material literario que tienen entre manos. 

Destaco del trabajo de Cristina Bertol la pulcrísima interpretación como alter-ego de la autora, en un trabajo de una ejecución técnica impecable, y una claridad de exposición realmente encomiable que engrandece un texto árido gracias a la intención dada a cada frase, llevando a cabo un personaje enfático y cargado de carisma muy bien perfilado, aunque algo frío en su concepción, intuyo yo que desde el prisma de la dirección mas que el de la actriz. Su primera escena, de gran dificultad, resulta un trabajo de naturalidad pasmoso, siendo la fluidez la nota mas característica de un personaje que necesita de una actriz de su envergadura para ser llevado a buen puerto.

Horten Soler resulta altamente satisfactoria en un trabajo arquetípico, plagado de frescachonería, y empaque, y que brilla mucho en su faceta cómica, siendo muy reconocible el personaje de madre de armas tomar, con un carácter endiablado y que dice las cosas según le vienen a la boca. Soler dota de gran humanidad a un personaje que puede resultar irritante, y que nuestra actriz hace suyo por derecho propio, resultando su creación espectacularmente peculiar que resulta fascinante por momentos, y con ecos de primerísima actriz que diría una antiguo, o lo que es lo mismo una actriz característica de las de toda la vida.

Montse Gabriel se encuentra absolutamente deliciosa en todos los personajes que le tocan en suerte, siendo su trabajo un ejemplo claro verdad escénica. Nos la creemos en todos sus personajes hasta tal punto que llegué a pensar que era realmente alemana, cuando después pasó al catalán reconozco que me dejó noqueado, y su vis cómica me resultó mas que satisfactoria. Sus apartes y momentos de escucha son realmente antológicos, y su implicación emocional es un factor muy a tener en cuenta, redondeando su trabajo de forma absolutamente fascinante.

Rodrigo Sáenz de Heredia, en un código quizás mas introspectivo que sus compañeras, se encuentra un poco mas desdibujado en el espectáculo, aunque también es cierto que las características de su personaje son menos "explosivas" que la del resto del elenco. Tiene momentos muy buenos, como es la retransmisión al mas puro estilo periodista deportivo de una escena, y su desmelene cantando, consiguiendo un aire de "que narices pinto yo aquí" muy conseguido y también muy de verdad.


                           

Vayamos con la propuesta escénica.
Ramos dirige el espectáculo, y si bien hay aciertos (muchos) también hay carencias, siendo la mas notoria, que nuestra directora por momentos se olvida del respetable, y da por sentado que se entienden cosas que no quedan en absoluto claras, y en esto incluyo el mensaje de la función. A esto hay que añadir cierto embarramiento escénico, en el que algunas acciones secundarias desdibujan las principales perdiéndose momentos de gran importancia y que desdibujan el resultado final del espectáculo. Unas acciones mas claras y simbologías mejor plasmadas sin duda harían crecer muchos enteros la función. No me quedó muy claro que pinta Camilo Sesto, ni que pinta Puig Antich aunque si es cierto que los dos momentos que planteo poseen mucho empaque escénico e interés, no acaban de estar integrados en el espectáculo ya que no se entiende por que están ahí, o lo que se nos quiso contar con ello. En general la obra resulta confusa y desconcertante por momentos resintiéndose la coherencia entre escenas y las transiciones. A su favor se encuentra un magistral uso del espacio escénico, y ciertas atmósferas muy bien conseguidas, y que funcionan como elementos separados, pero que en conjunto nos dan la sensación de un espectáculo poco homogéneo y un tanto caótico. Eché de menos mas intensidad dramática, ya que por momentos la asepsia lastra a los personajes, especialmente en el de la protagonista, y si bien es cierto que la premisa es la presentación de un trabajo escolar es el hilo de la función, esto no está reñido para que todo se nos narre con ese tono académico que sin ninguna duda lastra el resultado final. La sensación que me quedó es la de una función que bebe de otros espectáculos, "Eroski Paraiso" me pareció estar muy presente por momentos, así como cierto aire a La Cubana, pero que puestos en conjunto no acaban de cuajar, ya que líneas generales se queda en una mera imitación, pero que carece de la solidez necesaria para que resulte con la suficiente personalidad como para que no llegue mas allá que a las capas mas superficiales de los espectáculos que mas arriba comento. 
Ramos tiene un gran camino por delante, tanto como directora como dramaturga, pero su trabajo todavía no está lo suficientemente pulido habiendo fallos de enfoque importantes, sobre todo cuando el mensaje del espectáculo no queda lo suficientemente claro, principal premisa para llevar a buen puerto una función. Mayor claridad en la exposición y pensar que el espectáculo se hace para el público mas que para ella misma es lo que eché en falta.
La función se ve con agrado, es cierto, y se pasa en un suspiro, a lo mejor el problema está en mis expectativas, que iban por encima de lo que me encontré, ya que si bien es cierto que el estupendo plantel actoral salva a la función, las carencias a nivel dirección no acaban de redondear un espectáculo con muy buenos mimbres, y en los que a lo mejor, solo a lo mejor, un ojo ajeno (léase director) a las vivencias personales de la propia Ramos, hubieran dado el toque justo de distanciamiento que la función necesita.

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