lunes, 22 de junio de 2015

Gilipollas Sin Fronteras, Tratado Sobre La Gilipollez

Definición de gilipollas según la RAE : Vulg. Tonto, Lelo.
Bonita palabra que viene del vocablo caló gilí, que mas o menos viene a significar lo mismo, y que las malas lenguas dicen que también puede venir derivado de un político llamado Baltasar Gil Imón de La Mota, cuyas virtudes se pueden suponer, dado el motivo por el que ha pasado a la posteridad.
Este castizo término se encuentra a la orden del día en sus mas variopintas vertientes, siendo nuestro país fecundo en ilustres Gilipollas, así con mayúscula, no daré nombres, pero seguro que alguno conocéis.
Gilipollas Sin Fronteras es el título que cerró, desgraciadamente el recientemente defenestrado Teatro Nuevo Apolo, y en el que tuve el no se si llamarlo honor, de ver la última representación que en el se llevó a cabo. 
Había oído hablar mucho de este dúo cómico, mucho y bien para ser sinceros. Legendarias eran sus antiguas representaciones, pero nunca había tenido ocasión de verlos, así que cuando se me planteó asistir al estreno, y casi despedida (por el momento), no me lo pensé dos veces. Lo primero por la solvencia de sus dos intérpretes, Adolfo Pastor y Santiago Nogués, dos actores lo bastante conocidos y respetados en nuestro panorama teatral como para saber que la cosa iba a estar a la altura, y lo segundo el hecho de que los textos que se llevan a cabo en la función corren a cargo de ellos mismos, algo que también me resultaba la mar de estimulante. Me encanta que los actores escriban, nadie mejor que ellos para conocer el pulso del público, y como la aspiración máxima de todo artista es contarnos algo, que esto se vea plasmado sobre el papel, no deja de ser interesante.
Achuchado por un calor sofocante, y espectante ante lo que iba a presenciar me acerqué al Apolo, de buen ánimo, y con ganas de pasármelo bien, la verdad es que no me equivoqué como luego iré contando. Gilipollas Sin Fronteras es muchas cosas, pero la principal y la mas importante... es teatro de primera.




Gilipollas Sin Fronteras, es una obra episódica, en la que se nos va mostrando con un leve hilo argumental, la gilipollez en sus múltiples vertientes. Desde el Teatro Del Absurdo hasta la comedia mas física, se pasa por toda una gama de estilos impresionante, impoluta en su planteamiento, y de gran altura literaria, siendo un desopilante ejercicio de humor inteligente que llega al paroxismo de lo mordaz en el soberbio sketch " Cumbre Del Pensamiento" donde nos vamos de cañas con los mismísimos Heger y Schopenhauer, que debaten sobre lo divino y lo humano, en un bar, analogía la mar de atinada en un país como este, en el cual las conversaciones tabernarias están a la orden del día, y en el que la pedantería campa a sus anchas. Estamos ante una obra que no deja títere con cabeza, donde se funde la astracanada con la crítica social, y lo que es mas importante, un reflejo cargado de retranca de la sociedad en la que vivimos, y los tiempos que nos han tocado en suerte. Es por tanto teatro necesario e imprescindible en los convulsos momentos que nuestro país está pasando actualmente, y que parece empezar a despertar de un largo letargo, con unas consecuencias todavía no resueltas en su totalidad.



Vayamos con el elenco:

Al tratarse de dos únicos intérpretes, no se puede plantear la crítica sin entreverar las dos interpretaciones. Se trata de los roles clásicos, payaso listo y payaso tonto, intercambiable entre los dos actores dependiendo del momento y del sketch en cuestión. Nogués y Pastor son dos actores soberbios, que trabajan en códigos distintos pero perfectamente conjuntados, Pastor lacónico y comedido y Nogués excesivo y sensible, siendo el primero una mezcla de Groucho Marx y Javier Cansado, y el segundo un Harpo Marx con unas gotas de Carlos Faemino. Esta comparación no es gratuita, ya que estos genios del humor pululan continuamente por todo el espectáculo, en forma de solapado homenaje, que no imitación, ya que tanto Adolfo Pastor, como Sergio Nogués tienen la suficiente entidad como cómicos, como para ser únicos en sus respectivas creaciones. De Pastor me llevo su impoluto uso del gesto y su portentosa voz, que pasma al mas valiente, así como sus autorreflexiones, que son oro puro, y que necesitan ser rumiadas a posteriori, para que tengan su función, hablamos de humor inteligente, no de carcajada fácil, y de eso en este espectáculo vamos sobrados. De Santiago Nogués me quedo con su expresividad corporal, sus excesivos arranques en algunos medidos momentos, y su aparente pusilanimidad que luego aparta para dejar a la vista su mala baba cuando le tocan las narices. Ambos están de dulce, siendo destacable la interpretación de Nogués en el Sketch titulado "Burocracia" uno de los mas inspirados del espectáculo, y siendo en  "Clases De Inglés Para Gilipollas" uno de los momentos en los que mas brilla Pastor. 
Ambos se mueven en un código estrictamente naturalista, que da mucho empaque a unas variopintas y en general atinadísimas interpretaciones, llegando al clímax interpretativo en el anteriormente citado " Cumbre Del Pensamiento" donde el complicadísimo texto fluye de maravilla, y aunque a veces nos perdamos en tan profundos conceptos, la forma en la que se plantean es descacharrante, por la cotidianidad, y espontaneidad con la que se dirimen las mas peregrinas dudas de la existencia humana.
Estamos ante un trabajo de laboratorio, lleno de frescura que sale de los mas profundos recovecos de estos dos artistas que nos dejan ver un mucho de nuestra sociedad, y un mucho también de lo que a ellos, con gran justicia, les parece criticable de la misma. Es decir se parte de ellos como individuos y sus inquietudes, para plasmar unos personajes aborrecibles y queribles a partes iguales, y que tan cercanos nos parecen.



Propuesta escénica sobria, Grotowski puro, que tan en boga está de nuevo en nuestros escenarios, donde lo único que hay, son las interpretaciones y los espectadores. Algo que yo agradezco siempre y cuando lo que se ofrece merece la pena, como en este caso. Hay también varios toques Brechtianos en su planteamiento, con unos interesantes y medidos rompimientos de la Cuarta Pared, especialmente al final del espectáculo y mucho Beckett, en su vertiente mas comprensible y su concepción del humor y del Teatro Del Absurdo, en algún momento me decía a mi mismo... ¿ vendrá Godot? No vino, a fin de cuentas ese ni está ni se le espera nunca ¿ o si?
La obra está muy bien llevada en cuanto a los tiempos se refiere, empezando de forma estudiadamente desconcertante, y finalizando mas desconcertantemente todavía, algo que va muy en consonancia con la arriesgada y valiente propuesta que se nos sirve, y con un uso de los silencios muy efectivo y estudiado que dotan de gran sentido tanto al texto como a las acciones, muy bien llevadas a puerto por cierto, gracias a la estupenda expresividad de los dos actores.
Todo un acierto se mire por donde se mire, en una propuesta novedosa en su planteamiento, que no da pábulo a la complacencia y que no deja indiferente a nadie. Se juega con el texto, se juega con las palabras y se juega con el público, en un bucle muy divertido, desesperante a ratos y revulsivo en su esencia, aunque camuflado de farsa, que siempre parece que es menos grave lo que se cuenta.





En resumen una mas que interesante propuesta que se sale de la norma, en cuanto a clichés de comedia se refiere, y que es una refrescante opción para este verano, siempre y cuando se sea consciente de que reírse es muy sano, pero reírse de nosotros mismos lo es mas, y que esto no está reñido con la inteligencia y con la reflexión.
Espero verlos nuevamente en nuestras carteleras, sin duda se lo merecen, ya que estamos ante teatro realizado con gran amor por la profesión, espíritu crítico y sobre todo gran honestidad tanto en su acabado como en su ejecución.



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lunes, 8 de junio de 2015

Lucia De Lammermoor, Una Yanqui en La Scala De Milan

Aprovechando una escapada a Milán, con motivo de la Exposición Universal que se está llevando a cabo en tan operística ciudad, me acerqué al sitio web del  Templo De La Lírica, léase Teatro Alla Scala, para ver que estaba en cartel los días que me iba a encontrar en dicha ciudad, y cual fue mi sorpresa, al ver que se iba a representar una de mis cinco óperas favoritas, Lucia Di Lammermoor. Me lo pensé un par de veces, por aquello de los precios, pero ante la posibilidad de ver a Diana Damrau, que se supone que era quien cantaba esa noche, digo se supone porque me canceló, pues me dije aquello de que solo se vive una vez, y que Milán bien vale una ópera. Me saqué una entradita, mala con avaricia, que me costó un trocito de riñón, y estuve un mes y pico esperando con mucha ansiedad la soñada noche. 
Nada mas llegar a Milán, me acerqué al teatro, y diviso en lontananza un cartelito verde pegado al cartel de la función de la noche, y efectivamente, como me iba yo barruntando, Miss Diana Damrau, por indisposición momentánea, cancelaba la función y el rol de Lucia iba a ser cantado por Miss Elena Mosuc. Decepción mayúscula, aunque no inesperada, y a conformarse con el premio de consolación tocaba, pues ya que estaba allí, me dije, La Mosuc, no es ninguna tontería, y segundona de La Scala, es primerona del Real, ja, ja, ja. Así que ni me planteé no ver la función, uno no va a La Scala, todos los días, así que como dice mi jefe "si llueven limones, pues hacemos limonada".



Llegó la hora soñada, y entré en el teatro de ópera mas importante del mundo, lo primero que me sorprendió fue lo relativamente informal del ambiente, uno nunca va a la ópera de tiros largos, me parece un snobismo, y esta vez no hice una excepción, pensando que daría la nota, y la verdad es que no, público muy normalito, y cuatro empingorotadas para hacerse notar, como ocurre en la mayoría de los teatros de ópera que conozco.
Segunda sorpresa... mi entrada, palco de segundo orden, en el primer piso, era practicamente ciega, menos mal que me tocó un abuelete delante que se pasó todo el primer acto frito, así que la vi tan ricamente, y en el primer descanso le pregunté a una acomodadora si me podía cambiar, ya que había muchos huecos, me dijo que en el foyer había un mostrador para estos menesteres, allí que me fui, y SORPRESÓN, me hicieron a mano  una entrada nueva en la fila ocho de butaca de patio, algo que no me hubiera imaginado ni en sueños. Así que amiguitos, si algún día vais a tan excelso teatro, ya sabéis que hacer. Esto es lo que llamo yo una buena gestión de un teatro, si señor!.



Lucia Di Lammermoor, es para mi la cumbre de  Donizetti, y una de las mas grandes obras que entra dentro del período del Belcantismo. La obra es un festival para los amantes de la ópera, con estratosféricos duelos canoros, una dificilísima partitura, potentísima orquestación, y un drama muy bien tramado, que hiela la sangre al mas valiente. Todos los tópicos del Romanticismo se encuentran en Lucia, fantasmas, suicidios, locura, amores tortuosos, noches tormentosas, y sangre, mucha sangre.
A pesar de lo arriba narrado, Lucia estuvo en el olvido durante muchos años, hasta que La Divina María Callas, la devolvió a su justo lugar, precisamente en La Scala en 1952, volviendo a ser desde entonces una pieza de repertorio habitual, y la obra mas significativa en cuanto a sopranos de coloratura se refiere. Terrible caballo de batalla para este tipo de cantante, y posiblemente uno de los roles mas difíciles del repertorio belcantista, la tremebunda Aria De La Locura, es el mayor exponente belcantista, donde lo que prima es la voz y la técnica ante todo. Para cantar Lucia, hay que tener grandes y sobradas facultades, que no siempre están a la altura del puñeterito material escrito por Don Gaetano, y que tanto nos embelesa a los amantes de la ópera.



Vayamos con elenco:

Eduardo Milletti, tenor, como Nomanno.
Insufrible, la verdad, con una voz de principiante, de timbre feote, poca emisión y un continuo vibrato que me puso de los nervios durante todas sus intervenciones, teniendo en cuenta que abre el telón, me temí lo peor, por suerte, no fue la tónica de la función en cuanto al resto del elenco. Empezó nervioso, y acabo la función como pudo siendo tremendo el inicio del Segundo Acto, donde sus carencias quedaron todavía mas en evidencia, ante el compañero que tenía en escena.

Chiara Isotton, mezzosoprano, como Alisa.
Correctísima, con una voz grande, de profundidad cavernosa dio momentos muy interesantes durante todas sus intervenciones, que me supieron a poco, dado la calidad que ofreció.

Juan José De León, tenor, como Lord Arturo Bucklaw.
Insuficiente, en un desagradecido rol, que no he sido capaz de escuchar en condiciones, mas que en contadas ocasiones. Sus solos, fueron muy deslucidos, con un timbre no muy agradable, y una voz bastante descontrolada, que no me convenció en absoluto. En el famoso Sexteto, estuvo mucho mejor, y quizás disimulaba mejor sus carencias, ante el resto de los cantantes, y el explosivo momento que se desarrolla en la función.

Alexander Tsymbalyuk, bajo, como Raimondo Bidebent.
Correcto, aunque un poco escaso de volumen, en los momentos mas graves, algo que no supe dilucidar si era culpa suya, de la mano, o de la escenografía, ya que es tan abierta, que el sonido se escapa hacía el peine de forma muy inclemente. La difícil aria que prologa a la celebre Escena De La Locura, y que le tocó en suerte, estuvo a la altura, con una voz muy timbrada, un tanto atrás en algunos momentos, pero que en las últimas partes de la misma, acompañado del coro, me llevó al séptimo cielo, en un "Viva Cartagena" en toda regla, y que hizo las delicias del respetable. 

Vittorio Grigolo, tenor, como Edgardo Di Ravenswood.
Estupendo, tirando a maravilloso. Grigolo fue la sorpresa de la noche, con un timbre que me recuerda a José Carreras en sus buenos tiempos, y una imponente presencia escénica, la mar de sabrosa. Se llevó la función de largo, ante un público rendido a sus pies, que le braveo al grito de !Bravo Vittorio! durante toda la función.
Grigolo, salió a por todas y lo consiguió, dotando de gran fuerza y dramatismo a todas sus intervenciones, cantó con gran bravura, y su última aria, que habitualmente me aburre, me dejó pasmado. 
Problemas, canta de garganta, estira mucho el cuello en el agudo, y como siga cantando así, acabará en poco tiempo como Rolando Villazón. A su favor la belleza del timbre, el gusto cantando, lo mucho que transmite, el imponente volumen, y el brillo generalizado con el que sirvió su interpretación. Sin duda estamos ante un cantante de primer nivel, que no me gustaría que se echara a perder, por los problemas que mas arriba planteo.
Muy divo sobre el escenario, llevándose al público en el bolsillo, en los saludos fue la mar de pintoresco, besando el suelo de la Scala, y lanzando besos al respetable como si de una estrella cinematográfica se tratara. Milán lo quiere, el lo sabe y se crece en sus excesos de divo, venido a mas, ya que es un tenor en alza, que puede dar mucho que hablar, aunque sus detractores que son muchos, se encargan de ponerle a caldo cada vez que pueden. A mi me sorprendió muy gratamente, la verdad.

Gabriele Viviani, barítono, como Lord Enrico Ashon.
Magnífico, en todas sus intervenciones, con un volumen que despeina, un bello timbre, y un fraseo maravilloso, ofreció lo mejor de su instrumento en el Dúo con Lucia del Segundo Acto. De gran presencia escénica, muy sentado, y seguro, dio un canto de gran calidad, donde el legato fue el fuerte y la sonoridad tan redonda que nos sirvió.

Elena Mosuc, soprano de coloratura, como Miss Lucia.
 Correcta con peros, el primero, es mas fría que un pescado, y transmite poco, la voz es de una belleza sublime, pero no excesivamente grande, aunque corre sin problemas, muy poca sonoridad en la zona central y con unos sobreagudos estratosféricos, Su fuerte es la coloratura, y ahí estriba uno de los problemas de Lucia, hay que dar los agudos, sin duda, pero el centro es importante, y aquí brilla por su ausencia. Esto que comento no quita para que en el Aria De La Locura, me dejara profundamente impresionado, y el sobreagudo final del Sexteto, fue digno de pasar a mis anales de la historia como espectador de ópera. 
Mosuc, fue una mas que solvente Lucia, que a pesar de lo que arriba narro, cumple y demostró que es una cantante como la copa de un pino, que está cantando en La Scala con gran justicia. Sin duda el nivel es muy alto, pero amiguitos, si la voz tuviera mas peso en el centro... sería la repera!!!.



Coro Del Teatro Alla Scala, decepcionante. Uno espera encontrarse unos coros impresionantes cuando va aciertos teatros y se encuentra que la cosa no es para tanto, amén de necesitar una urgente renovación, dado que la mayoría de sus componentes son muy mayores, el sonido no es lo suficientemente brillante como para emocionar. No tiene el volumen esperado en una masa coral de semejante envergadura, y los encontré ligeramente desganados en sus movimientos escénicos. Me acordé mucho del soberbio coro del Teatro Real, que se encuentra a todos los niveles a años luz del coro de La Scala.

La Orquesta Del Teatro Alla Scala, dirigida en esta ocasión por Stefano Ranzani, imponente. Con un volumen mas que notorio, fue dirigida de forma muy efectista por Ranzani, con unos crescendo de gran dramatismo, y una cuidada lectura, muy ortodoxa en su planteamiento, ampulosa y de gran resolución en los finales de número. El momento álgido de la función fue el Sexteto, dirigido con mano de hierro y de una calidad musical asombrosa. Dramaticamente fue sin duda lo mejor de la noche, labor de Ranzani, sin lugar a dudas.



Vayamos ahora con la propuesta escénica:
Se trata de la producción del MET, puesta en pie por Mary Zimmerman, que está editada en DVD con Netrebko como Lucia, por tanto es mas que conocida.
La producción es la típica que queda muy bonita cuando se filma, pero que en directo no da ni para pipas. Desangeladísima, con momentos gélidos y muy rancios, que no me transmitieron nada. Producción netamente yanqui, que para el espectador europeo, se queda en manidos fuegos artificiales, vacía en forma y contenido, y que no aporta absolutamente nada que no se haya contado ya. A todo esto se suma lo excesivamente abierto de todas las escenografías, especialmente durante la Escena de La Locura, en la que parece que nos encontramos en una casa de lujo de Texas, con escalera enorme, que siempre viste, y nada mas. Estos escenarios tan abiertos van en continuo detrimento de las voces que se acaban diluyendo en la enormidad del escenario de La Scala, uno de los mas grandes del mundo, no se nos olvide.
Coro completamente estático durante toda la representación, al mas puro estilo de épocas pasada, y unos cantantes torpemente movidos, a excepción de Grigolo, que claramente va por libre, para vender lo suyo como mandan los cánones.




En resumen, una noche gloriosa, para mi, como espectador, por lo que conlleva, ir a La Scala, ver Lucia en semejante teatro, y el elevado nivel musical que presencié.
Nunca olvidaré la que ha sido mi primera noche en La Scala, así que viva cien años. Uno es romántico por naturaleza, quizás por eso ame tanto Lucia Di Lammermoor. Sin duda no me arrepiento de haber asistido a esta representación, que ya está guardada en mi mitología particular, y que tendré presente durante mucho tiempo.

Decir como nota aclaratoria, que las fotos no se corresponden en su totalidad al elenco que yo vi.



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lunes, 1 de junio de 2015

La Comedia De Los Errores, Shakespeare Ríe!!

Los Gemelos de Plauto, quizá sea la comedia clásica mas copiada, imitada y versionada de todas cuantas se han escrito. Shakespeare hizo lo propio en La Comedia De Los Errores, uno de sus textos mas divertidos, y una de sus primeras composiciones. Reconozco que me encanta el enredo de esta historia, que no por conocido, deja de tener su gracia.
La historia de estos dos hermanos separados de pequeños, que coinciden sin verse, ya de mayores, en este caso en Éfeso, con el consabido caos de equívocos continuos, es una genialidad, que funciona a día de hoy produciéndonos un regocijo difícil de igualar en algún texto clásico.
Me llamaba mucho la atención la versión de la obra de El Bardo que se estaba representando en el Teatro Lagrada, y en cuanto me surgió la oportunidad de asistir no me lo pensé dos veces. Disfrutar de una de mis comedias favoritas Shakesperianas nunca viene mal, y con los calores que hace se me antojaba la función perfecta para pasar una plomiza tarde de viernes, así que en Lagrada que me presenté dispuesto a pasármelo bien, y evadirme del tedio diario, que para eso está el teatro. La cosa prometía y no me equivoqué, me lo pasé bomba, y disfruté de grandes interpretaciones, de la tan difícil y denostada comedia, género harto complicado, y que habitualmente se desprecia un poquito, porque parece que reírse viste menos que hacer sesudas elucubraciones sobre los tremendos dramas que acontecen encima de un escenario.
Con un teatro lleno hasta la bandera, plagadito de gente joven (algo que me encanta) me dispuse a disfrutar, ni mas ni menos, que de uno de los mas endiablados enredos que se haya planteado jamás.



La Comedia De Los Errores, escrita por William Shakespeare en 1591, también es conocida como La Comedia De Las Equivocaciones, y es practicamente un calco de Los Dos Menecmos de Plauto, que a su vez ya se basó en textos muy arcaicos, practicamente sin datación, y que ya contaban la misma historia. Un joven Shakespeare de 27 años, creó una comedia muy fresca, un tanto desquiciada, y aunque el bueno de Kafka todavía no era ni un brillo en el ojo de sus padres, casi la podríamos denominar como Kafkiana, ante las aparentemente absurdas situaciones que plantea, y el poco entendimiento de estos dos sufridos gemelos a los que les caen los palos, a uno mas que a otro, para que engañarnos, sin saber muy bien por que, ni por donde.
Shakespeare, con un ingenio mas que indudable, un ritmo desenfrenado, y un mas que bien dosificado sentido de la intriga, creó una farsa, con un pizca de sátira social, un mucho de retranca, y un soberbio fresco costumbrista de las gentes de su época, que a día de hoy nos sigue pareciendo un auténtico comedión y que nos sigue llegando exactamente igual que cuando se escribió.
La versión que esta crítica ocupa es de Lidio Sánchez Caro, muy respetuosa con la original, muy atinada y muy bien adaptada a los tiempos que corren, sin salirse de la mas pura ortodoxia en cuanto al texto se trata. Nada chirría en cuanto al verso y suena deliciosamente bien en nuestro idioma, algo que a veces con Shakespeare resulta muy notorio, por culpa de traducciones, excesivamente campanudas, o de lenguaje desfasado. Esta versión se hace fácil al oído y resulta muy entretenida de ver.






Vayamos con el elenco:

Joaquín Oliván como Vincenzo.
Oliván tiene un papel muy cortito, aunque bastante presencia durante la función, está muy correcto, imponente de tono y presencia física. Si bien es cierto que el papel no da para mucho, cumple en todas sus intervenciones.

Mely Herrero como Abadesa, y Criada Andaluza.
Estupenda, un prodigio de naturalidad, que sabe cuando le toca escuchar, y cuando toca que la escuchen, en el mas claro código de actriz característica, sirvió dos interpretaciones, reposadas, sobrias y cargadas de oficio, especialmente cuando de la Abadesa, con sorpresa incluida, se trata.

Nacho Diezma como El Duque.
Diezma está estupendo, en un sentado Duque que corta el bacalao, como buen regente. Ofrece interesantísimos giros de voz y una espléndida expresividad corporal casi etérea que dota a su personaje de mucha entidad. Su hablar pausado y metidabundo me gustó mucho, pura sobriedad y un trabajo bastante introspectivo, con momentos superlativos, especialmente en su primera escena. Hacer personajes que transmitan autoridad como Nacho Diezma lo hace, es muy complicado, cumple con su cometido a la perfección.

Quico García, como Egeonte.
García ofrece bonhomía y ternura a un desagradecido personaje, que aprovecha al máximo. Es un señor un tanto sobrepasado por el duro destino que le ha tocado en suerte y que derrocha humanidad cuando recupera finalmente a la familia que daba por desaparecida. Está mas que correcto en un personaje que le va muy bien fisicamente y que dota de gran dignidad.

Manuela Morales, como Cortesana.
Muy graciosa, con momentos de genialidad, y una escena con Luis Seguí absolutamente impagable. Armada con tacones de vértigo y minishort de escándalo, no solo luce palmito, en una frescachona creación, de esta mujer de vida alegre, que se mueve por el vil metal, tiene habilidades ocultas que le vienen muy bien para su oficio, además de tocar el violín. Y da grandes dosis de retranca en una desprejuciadísima interpretación, que me resultó muy interesante.

Irene Soler como Luciana.
Correctísima, en otro papel un tanto desagradecido, las damas jóvenes, siempre tienen poca chicha, pero que Soler consigue llevar a buen puerto, gracias a su espontaneidad, lo bien que dice el texto, y su mas que interesante cambio en el personaje, cuando el amor le pasa por delante, y se deja llevar, aunque la primera damnificada con ello sea su propia hermana.

Manuel Aguilar, como El Pinch y El Platero.
Soberbio en dos interpretaciones opuestas, pero ambas superlativas. Crea un Platero, sibilino, interesado y un poco ratonil, que en algunos momentos deja entrever solapada malignidad con pasmosa facilidad y unos apartes gloriosos. Pero amiguitos, donde realmente se bate el cobre es como el Pinch, exorcista de Éfeso, realizando una creación mayúscula, excesivo y genial a partes iguales, que realmente hizo las delicias del público, con este señor vestido de Greta Garbo, que ve al Maligno por todos lados , y que va acompañado de dos acólitos igual de "peculiares" que el. Aguilar es un torbellino de energía, que con su tremenda voz, y estupenda presencia escénica, sabe muy bien lo que se tiene entre manos, a la hora de lucirse. Saca punta a todo, labor como no, también de dirección, que es muy de agradecer. Aguilar cuece y enriquece, para solaz del respetable. ¡Bravo!

Carlos López como Dromio de Éfeso.
Graciosísimo, como criado de uno de los gemelos , gemelo a su vez del criado del otro gemelo, que lío ¿verdad? ja, ja, ja, ja. López hace una genial creación de este un tanto obtuso chavalete, que no entiende nada de lo que ocurre y que solo sabe que pase lo que pase, alguna le va a caer. Tiene momentos de gran comicidad, especialmente cuando le lleva a su amo una cuerda que no le había pedido, ya que en uno de los múltiples equívocos se la había pedido al otro criado. Su mirada inocentona, y su aniñado físico, hacen delicioso uno de los personajes que mas brilla en la función.

Luis Flor, como Dromio de Siracusa.
E-NOR-ME. Flor está de lujo en un personaje que parece escrito para el, de gran comicidad, increíble plasticidad de movimientos y un dominio del texto absolutamente encomiable, me dejó pasmado por su versatilidad. Nunca le había visto trabajar y reconozco que me ha sorprendido mucho y para bien. Es una de las estrellas de la función, con momentos de gran comicidad muy bien entendida, y una interpretación muy pensada que no pasa en absoluto desapercibida. Gran química en escena con Luis Seguí algo que el respetable percibe, y que agradece con grandes carcajadas. Flor es pura polvorilla, sube, baja, entra, sale, corre, en un frenético ir y venir que pasma al mas valiente.

Helena Lanza, como Adriana.
Estupenda, en un papel, que le va muy bien por sus características físicas, y que muy inteligentemente lleva a su terreno, dotando a esta mujer, un toque "marujil" un tanto histérico que resulta la mar de gracioso. Su uso de la voz es prodigioso, y dota de mucha entidad a esta señora de armas tomar que saca el carácter a pasear a la primera de cambio. Está perfecta en todas sus intervenciones, y su agilidad con el texto resulta perfecta para una comedia, tan desenfrenada, como es esta producción.

Borja Floü, como Antífolo de Éfeso.
Magnífico. De prodigiosa voz, sirvió un personaje un tanto chulángano, un poco cani, desquiciadísimo y esforzadísimo, dejándose la piel en el escenario. Disfruta mucho de un duro papel, muy físico, que puede llegar a resultar temible en sus momentos de crisis. Floü en completo estado de gracia, con su enérgica creación dota de gran peso al complicado rol que le ha tocado en suerte y que lleva a cabo con gran solvencia, y madurez actoral.

Luis Seguí, como Antífolo de Siracusa.
Siento debilidad por Seguí, lo reconozco, desde que lo vi en El Vuelo De Edipo, mantengo que se trata de un actor con gran proyección, que dará mucho que hablar en nuestro panorama teatral. Seguí una vez mas se entrega hasta el tuétano, en una refinadísima composición actoral, cercana a la alta comedia. Seguí hila fino, y da exactamente todos los estados de ánimo que el personaje requiere. Los dos gemelos, necesitan ser llevados a cabo por dos actores con el suficiente peso, para que la función llegue a buen puerto, en este caso ha sido atinadísima la elección de los dos actores que lo llevan a cabo, siendo el contrapunto perfecto el uno del otro. Rudo Floü y delicado Seguí. Gemelos pero tan distintos, en su carácter como habitualmente ocurre en la vida real.



Vayamos ahora con la dirección escénica.
Lidio Sánchez Caro, lleva la función al mas puro vodevil de puertas, con un prodigioso sentido del ritmo, y un inteligente uso del espacio escénico, que literalmente envuelve al espectador continuamente en la función.
Sánchez Caro, ofrece una producción al mas puro estilo de Grotowski, donde priman las interpretaciones. Para que el teatro exista no hace falta nada mas que dos cosas, actores y público, máxima que el regista aplica al milímetro, y que solo es posible cuando se tiene el elenco que en esta producción se puede vislumbrar.
Uno de los aciertos es el crescendo cómico, tan bien controlado y tan bien dosificado, en el que lo que empieza siendo una comedia de costumbres, acaba como un esquizofrénico embrollo, en el que el espectador se deja llevar ante las surrealistas situaciones que presencia y que chocan por lo inesperadas de las mismas. Y solo en apariencia incompresibles, hasta que se destapa todo el pastel.
Dirige a sus actores en un código variado y muy atinado, dependiendo del carácter de cada personaje, en un interesante ejercicio de equilibrio, entre lo extremado y lo contenido de gran eficacia. Se ve que ha dejado disfrutar y jugar a los actores, y se refleja en un trabajo casi de laboratorio, con resultados mas que brillantes que dejan un sabroso regusto a teatro bien realizado, y amorosamente tratado.



En resumen, una de las sorpresas de la temporada, que solo han estado tres fines de semana, abarrotando el teatro, eso si, y que merece mucho mas vuelo en su andadura por los escenarios. Espero que vuelvan a ponerla en pie, y espero que todos vayáis a verla. Sin duda merece la pena, disfrutar de teatro tan bien llevado a cabo, y con tanto criterio.





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